Trans-cultural

John Hain – Pixabay – https://pixabay.com/es/illustrations/bisexual-intersex-transg%C3%A9nero-683939/

Tal y como muches de vosotres nos habéis pedido vamos a dedicar este post a la manera en la que han sido o son vistas las personas trans en diferentes culturas.

En Occidente existe mayoritariamente una visión binaria (vamos a evitar el término normal, porque ¿qué es normal, y qué no, cuando hablamos de culturas?) de las personas mediante la categoría de género. Desde la Antropología se enfatiza en el uso del término «género» (Cultura) en vez de «sexo» (Biología) para alejarse del planteamiento europeo clásico del dimorfismo sexual que tenía una base biológica no social. Este binarismo no se ha dado exclusivamente en este ámbito; estos binarismos nos llevan a otro tipo de clasificaciones etnocentristas como pueden ser: blanco-negro, o salvaje-civilizado.

CONTEXTO

En los años 70 el enfoque del marxismo atrajo a las antropólogas feministas porque es una teoría que da cuenta de la opresión de clase y existe una identificación con respecto a la opresión que sufrimos las mujeres, década además en la que aparece dicha categoría de género a mano de feministas anglosajonas frente al determinismo biológico y funcionalista; la primera en acuñar este sistema dual de sexo-género fue la antropóloga Gayle Rubin en El tráfico de mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo y lo define con las siguientes palabras: “Un sistema sexo/género es el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (1975:97).

El sistema sexo-género crea una estructura en nuestra sociedad y la manera que tenemos de desenvolvernos, pero siempre ha habido, hay y habrá personas cuyas experiencias y trayectorias vitales resulten más complejas que estás dos categorías establecidas (Platero, 2012).

El término intersexual fue acuñado en 1917 por el genetista alemán Richard Godschmidt, en su obra Intersexuality and the endocrine aspect of sex.​ La primera sugerencia para reemplazar el término ‘hermafrodita’ con ‘intersexualidad’ provino del especialista británico Cawadias en los años 1940.

El término transexual es reciente: acuñado por H. Benjamín en 1953 matizando una definición anterior de D. O. Cauldwell en 1950.
Pese a que la primera constancia sobre una cirugía de reasignación data de 1931, la existencia de personas que han vivido como si fueran del sexo contrario al que marcaba su biología es más antigua.

TERCER GÉNERO

La ceguera ha sido provocada precisamente por una mirada, una mirada con una lente etnocentrista occidental basada en el citado binarismo (hombre-masculinidad, mujer-feminidad) que no ha querido ver el reconocimiento de más de dos sexos que se registra en distintas sociedades como los lakota de los cheyenne, los nadl-e de los navajos, los sererr de los pohot de Kenya o los hijra de India, la sociedad pima del sudoeste norteamericano, la mohaver de California o la sociedad azande de África oriental, como afirma José Antonio Nieto (1998).
Además continúa nombrando una serie de figuras institucionalizadas como los bardaches de las distintas sociedades norteamericanas y norteasiáticas, mahu de Tahití, fa´afafine de Samoa, waria de Indonesia, xanith de Omán, washoga de Monbasa, acault de Myammar, bayot-lakin-on de Cebu, kathoey de Tailandia, manang bali de los Iban y los chukchee de Siberia (de ésta cultura se conocen cuatro categorías de género).
El tercer sexo es una categoría que, a veces y a muches, se nos escapa pero no a los xanith de Omán, los inuit, los fakaleiti de Tonga o los pinapinaaine de Nukulaelae que rompen con la dicotomía occidental.

LA TRANSEXUALIDAD EN OTRAS CULTURAS

Hay que tener en cuenta que un único post no daría para hablar de todas las culturas, por ello solo vamos a dar algunos ejemplos que hemos creído representativos por diferentes aspectos, los cuales explicamos a continuación.

Papua Nueva Guinea

Susana Narotzky en «La sexualidad procreadora de las mujeres: representaciones melanesias» (1998) habla de dos pueblos de Papua Nueva Guinea: los hua y los sambia. Ambos casos nos han parecido especialmente llamativos, porque en este trabajo, Narotzky, no solo muestra cómo el género es un constructo cultural no fijo, sino que las relaciones sexuales también lo son. En los hua, el nu, su esencia vital, se transfiere a través del trabajo productivo. Así, las mujeres tienen más nu, y los hombres tienen menos. Como hemos dicho, este nu se transfiere, es decir, una persona no tiene la misma cantidad de nu durante toda su vida: se va perdiendo y se va ganando con transferencias, transformando así la composición sexual. Para los hua, el nu es el que determina el «género». Una persona con genitales masculinos puede considerarse mujer de tener suficiente cantidad de nu. Para ellos, el género es un continuum, con dos extremos diferenciados, por el que la persona se va moviendo. Ahora, ¿podemos asegurar que el concepto de <<género fluido>> o gender fluid es algo nuevo y caprichoso? Narotzky también nos habla del caso de los sambia, quienes reconocen tres sexos (masculino, femenino y hermafrodita) y creen que todo crecimiento biológico proviene de la ingestión o recepción de semen (1998). Este caso nos ha parecido interesante debido a que, en los sambia, los hombres pasan por cuatro tipos de relaciones sexuales en función de su etapa vital: relación de felación homosexual como receptor, desde la infancia hasta la pubertad; relación de felación homosexual como donador, desde la pubertad hasta su boda; relación bisexual de felación como donador, ya casado con su esposa; y la etapa final de heterosexualidad con relaciones exclusivamente genitales. En los sambia vemos que no solo es el género un constructo sociocultural, como se muestra en los hua, sino que en este caso el paradigma sexual también se antoja un constructo sociocultural, tal y como Narotzky cita en su conclusión: «como conceptos, pues, sexo y género, ambos, son constructos culturales y sociales» (1998).

Las muxhes de México

El término zapoteca de Muxhe, solo existe en Tehuantepec, es con el que denominaban a mujeres que habían nacido con genitales masculinos.
Se las considera el tercer género que está totalmente integrado en la sociedad, contando con el absoluto apoyo de su familia y comunidad desde el primer momento en el que muestran su identidad.
Hemos realizado el visionado del documental #CelebrandoNuestraDiversidad: las muxes de México que podéis ver en https://www.youtube.com/watch?v=Hrkl1O3ByHU en el que se muestra cómo viven en Juchitán de Zaragoza las muxhes.

La comunidad de Juchitán es matriarcal, centrada en la feminidad y la fertilidad, en la importancia de las mujeres y cuando una madre tiene una hija muxhe le da ese pequeño empujón desde el apoyo y el respeto a compartirlo en la comunidad, la madre exige el respeto que su hija merece y el vecindario apoya y anima a la niña y a toda su familia.
Es la madre, orgullosa de tener una hija muxhe, quien le familiariza con otra muxhe que tenga un oficio respetable para la comunidad (estilista, modista, bordadora, tejedora, cocinera…)
En las familias les muxhes se consideran todavía «el mejor de los hijos» y suele ser quien cuida de les progenitores en la vejez, heredando la autoridad moral y económica de la familia al morir la madre o la abuela.

En Juchitán existe una división sexual de trabajo, las mujeres se encargan básicamente del intercambio comercial, los cargos políticos los acaparan los hombres y les muxhes tienen el cometido de transmitir la cultura, el conocimiento y habilidades de sus oficios, ya que desarrollan trabajos exclusivos para muxhes que reavivan la economía y la mantienen vigente. Se les respeta y elogia como parte integral de su cultura.

Antiguamente las muxhes podían formar parejas monógamas con hombre o mujer según desearan y casarse y tener hijes igual que los otros dos géneros, no ocurre lo mismo en la actualidad. Existen dos tipos de muxhes:
Las gunaa: nacen hombre pero se identifican mujer, sienten atracción por hombres y asumen roles femeninos.
Las nguiiu: nacen hombre y sienten atracción por otros hombres.

En el 2004 por primera vez se trasladaron un grupo de muxhes al distrito federal, donde quedaron vulnerables y tuvieron consecuencias en el amor y en la salud, regresando a sus hogares para morir, la mayoría infectadas por VIH, por no haber podido tener otro destino que la prostitución en la gran ciudad.

Destacamos una frase que utilizan en Zapoteco que dice «Todos hemos nacido y todos tenemos derecho a vivir«, esa frase es una máxima a tener en cuenta para elles. Han creado en su municipio una Dirección de políticas públicas para la diversidad sexual para que se respeten los derechos a educación, vivienda y salud sin que se excluya a nadie por su diversidad sexual, así, investigando cuestiones para fortaleces la identidad, para reactivar la economía local y aplicar diferentes criterios en las sucursales bancarias, dicen textualmente «para que nuestras muxhes no tengan que marcharse».

Las muxhes cuentan con su propia festividad anual, La Vela de las Intrépidas, esta celebración se realiza cada noviembre en Juchitán de Zaragoza.

Dos muxes en La Vela. Fotografía: Maritza Ríos / Secretaría de Cultura CDMX Secretaría de Cultura Ciudad de México – https://www.flickr.com/photos/culturacdmx/27444890083/

Las waria de Indonesia

El país musulmán más del mundo es Indonesia y en allí donde encontramos a las mujeres waria, mujeres transgénero con su propia historia y tradiciones. El término Waria es un acrónimo creado con las palabras indonesias wanita (mujer) y pria (hombre) y la descripción más común es a menudo «el alma de una mujer en el cuerpo de un hombre».

Tal y como hemos puesto un poco más arriba, para la cultura waria es muy importante la fluidez entre género, cuerpo e identidad personal. Algunas waria se reasignan quirúrgicamente su sexo mientras, otras conservan sus cuerpos masculinos y se expresas o identifican como mujeres. Miguel Covarrubias, un etnólogo español, se sorprendió en 1937 al conocer la comunidad transgénero de Bali (aún no se había acuñado el término).

Pero las warias no son modernas, sus historias se remontan más atrás. Los Bugis en Sulawesi, siempre han numerado cinco géneros: mujeres y hombres cis, mujeres y hombres trans, y genderqueer o no binario, siendo cada uno de los géneros parte integral de una comunidad armoniosa y, a menudo, líderes locales como sacerdotes, chamanes y médiums. 
Cinco géneros de Los Bugis:
1- Oroane (Hombres varoniles)
2- Mmakkunrai (Mujeres femeninas)
3- Calabai (Hombres femeninos)
4- Calalai (Mujeres varoniles)
5- Bissu (Mitad masculina y mitad femenina. Se cree que son mitad seres humanos, mitad deidades, con poderes mágicos y posibilidad de que les posean espíritus. Incluso se dicen que son las primeras criaturas que han aparecido en la Tierra)

Sus vidas a menudo se definen por una lotería de lugares, donde pueden vivir en celebración o condenación. Aunque tienen una influencia social profunda, las warias, desgraciadamente, todavía avergüenzan a las familias de las comunidades menos tolerantes de Indonesia, llegando a ser exiliadas por sus familias y frecuentemente obligadas a prostituirse.

A pesar de los actos de discriminación, las warias no son invisibles en la sociedad y hay iconos como Dorce Gamalama que presenta programas y canta en televisión o Mama Yuli, la primera waria en obtener una maestría en derecho.
Yakarta, Denpasar y Yogyakarta tienen bares y cabarets donde actúan warias que reúnen a multitudes que esperan verlas actuar. Disponen de residencias de ancianes y en 2008, Shinta Ratri, una activista waria que creó la única escuela coránica en el mundo por y para LGBT: la Pondok Pesantren Waria al Fatah. Shinta Ratri afirma, «lo más importante es demostrar que el islam acepta las personas transgénero y que es una religión para toda la humanidad» (Pareggiani, 2018)

Conclusión

No podemos hablar del concepto de transexualidad en las culturas sin añadir el siguiente dato curioso. En el judaísmo se contemplan seis géneros diferentes. A continuación una breve descripción según el rabino Elliot Kukla:

Zachar/זָכָר: término que deriva de la palabra usada para una espada puntiaguda, normalmente referida al falo. Se traduce habitualmente por “hombre/masculino”.
Nekeivah/נְקֵבָה: término que deriva de la palabra usada para una fisura o grieta, que probablemente esté referida a la cavidad vaginal. Se traduce normalmente por “mujer/femenina”.
Androgynos/אַנְדְּרוֹגִינוֹס: una persona con características sexuales tanto “masculinas” como “femeninas”. Hay 149 referencias en la Mishná y en el Talmud (siglos I-VIII); 350 en la Midrash clásica y en códigos legales judíos (siglos II-XVI).
Tumtum/ טֻומְטוּם: una persona cuyas características sexuales no están determinadas o permanecen ocultas. 181 referencias en la Mishná y el Talmud, 335 en el Midrash clásico y en códigos legales judíos.
Ay’lonit/איילונית: una persona identificada como “mujer” al nacer, pero que desarrolla características “masculinas” en la pubertad y no es fértil. 80 definiciones en la Mishná y el Talmud; 40 en la Midrash clásica y en códigos legales judíos.
Saris/סריס: una persona identificada como “hombre” al nacer pero que desarolla características “femeninas” en la pubertad o que carece de pene. Una persona saris puede serlo de manera “natural” (saris hamah) o convertirse en una por interacción divina (saris Adam). 156 referencias en la Mishná y el Talmud; 379 en el Midrash clásico y en códigos legales judíos.
La Mishná describe estas seis categorías entre masculino y femenino, como saris o ailonit (desde una visión no reproductiva) y categorías que se refieren al género ambiguo o determinado, en palabras del rabino Elliot Kukla, el primer rabino transgénero en ser ordenado en 2006 en Los Campus de Ángeles “No creo que haya sido un accidente que me descubrí como trans al mismo tiempo que me ordenaba”.

Elliot Kukla (Artículo «More than just male and female: The six genders in classical judaism«)

A medida que hemos ido revisando la literatura para ir haciendo este post, hemos ido encontrando que el género es claramente un constructo sociocultural, y que se expresa de diferentes modos en función de la cultura de estudio. Esto es crucial, porque nos muestra que esa concepción occidental, evolucionista, de que la cultura última, es decir, el desarrollo al que tienden todas las culturas, es la nuestra, es erróneo. Por ejemplo, algo tan inherente en nuestra sociedad es la <<edad del pavo>>, ese periodo adolescente de rebeldía, oscilando entre el romanticismo y lo emo, Margaret Mead en su «Adolescencia, sexo y cultura en Samoa» demostró que dicha etapa rebelde de la adolescencia no se daba en otras culturas, ergo no era atribuible a todos los seres humanos, sino algo cultural de la sociedad occidental. La Antropología lleva décadas desmontando estas creencias y demostrando que hay que mirar más allá, y partir de intentar comprender al otro, y, por supuesto, no juzgar a nadie sin conocer sus contextos.

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Referencias

  • «El tráfico de mujeres: Notas sobre la «economía política» del sexo», Nueva antropología, Vol.VIII, nº30, México 1986-entre otras colecciones-(Publicación original: «The Traffic in Women: Notes on the ‘Political Economy’ of Sex», in Rayna Reiter, ed., Toward an Anthropology of Women, New York, Monthly Review Press(1975); también reeditado en «Second Wave: A Feminist Reader» y en otras colecciones.)
  • Narotzky, Susana. (1998). La sexualidad procreadora de las mujeres: representaciones melanesias. ENDOXA. 1. 10.5944/endoxa.10.1998.4915.
  • es.wikipedia.org/wiki/intersexualidad_en_la_historia
  • https://theculturetrip.com/asia/indonesia/articles/waria-lives-indonesias-transgender-comunity/ Waria: The Lives of Indonesia’s Transgender Women
  • Pareggiani, R. (29 de 01 de 2018). https://elpais.com/elpais/2018/01/26/album/1516987040_500979.html#foto_gal_11
  • https://forward.com/news/180226/for-elliot-kukla-gender-transition-and-ordination/

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